Dejemos hablar al viento

(Colección Opera Prima Poesía)

“En “Dejemos hablar al viento”, Nicolás Dávila nos habla desde su soledad. A partir del primer poema, busca a otro que lo acompañe: “A ese / que comparte esta soledad / que no se aleja”, y sienta como propia la melancolía que medra en una casa rodeada por árboles, donde ladran los perros. Aislado, el poeta, tiene la tranquilidad para dolerse por lo perdido: “He descubierto / en cada trozo de aire / el sabor de la incertidumbre, / el olor de la guayaba, /

el recuerdo que no vuelve”. Su lamento se extiende al mundo: “Duele el mundo esta noche / de luna a media asta / contra el azul oscuro, / de pocas estrellas…”. A pesar de ello, todo sigue igual, la vida se muestra imperturbable al paso del tiempo: “Por la rendija del jardín / pasa otro sol / que se hunde / detrás de los edificios / al final de la calle”. Esa realidad lo enfrenta con la muerte: “…me acecha en cada esquina / en cada hoja / en cada viento / en cada susurro”. Ella es insistente, juega con él: “La miro de reojo / en los sueños / y ella se ríe, / se divierte conmigo, / porque sabe que le temo, / porque sabe que no puedo / asumir el día si pienso / que me espera en cualquier parte”. En medio de esa reflexión de soledad, vida y muerte, el poeta encuentra sociego en el acto de escribir, esa acción de transmitir al papel sus miedos, pensamientos y dudas, a través de la lengua: “Solo estas palabras / me devuelven el sueño”, mientras el viento habla”.

Eduardo Bechara Navratilova, escritor colombiano

Fecha de publicación: 2017

Autor: Nicolás Dávila

Bibliografía: (Bogotá, 1972). Descubrió la literatura luego de varios años de intentar caminar entre números y leyes. La lectura de Umberto Eco y César Vallejo despertaron en él la curiosidad por la escritura. Ya tiene un hijo, ya sembró un árbol y, con “Dejemos hablar al viento”, cumple con lo de escribir un libro. Cree en la poesía, cree en la palabra, y cree que todos merecemos, al igual que las estirpes condenadas a cien años de soledad, una segunda oportunidad sobre la tierra. Vive en Chía y sobrevive trabajando como profesor de Literatura en un colegio de cuyo nombre prefiere no acordarse. Espera que la escritura le permita seguir soñando, seguir volando, seguir viviendo.

Cree que en la escritura está la clave para poder revelar al mundo lo que no se quiere decir de manera expresa. Es por esta razón que detesta hablar de sí mismo. Que sus textos hablen por él.